El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, falleció este martes 13 de mayo a los 89 años, tras una larga batalla contra el cáncer de esófago.

Mujica, reconocido mundialmente por su humildad, su estilo de vida austero y su compromiso con la justicia social, deja un legado imborrable en la política latinoamericana.
La noticia fue confirmada por el actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, quien expresó su pesar en redes sociales: “Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor”.
“Te vamos a extrañar mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo” escribió Orsi.
Mujica había sido diagnosticado con cáncer en abril de 2024 y, aunque recibió tratamiento, su estado de salud se deterioró en los últimos meses. En enero de 2025, anunció que no continuaría con el tratamiento y que enfrentaría la enfermedad “como venga”, aceptando su destino con la serenidad que lo caracterizaba.

Un líder con historia
José Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, destacándose por una agenda progresista que incluyó la legalización del matrimonio igualitario, el aborto y la creación del primer mercado nacional de marihuana legal.
Antes de llegar al poder, fue líder del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla inspirada en la revolución cubana, lo que lo llevó a pasar casi 15 años en prisión durante la dictadura militar uruguaya.
Su estilo de vida sencillo, su rechazo al consumismo y su visión de la política como herramienta para mejorar la vida de la gente lo convirtieron en un referente mundial. Vivió en una modesta chacra en Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo, donde también descansarán sus restos, según su último deseo.
Un legado que trasciende
Mujica será recordado no solo por sus políticas, sino por sus reflexiones sobre la vida y el poder. Su célebre frase “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje” resume su filosofía: vivir con lo justo para que las cosas no roben la libertad.
Su discurso en la Cumbre Río+20, donde criticó el consumismo desenfrenado y abogó por un modelo de desarrollo sostenible, sigue resonando en quienes buscan un mundo más equitativo.
El mundo despide a un líder que, con su sencillez y su sabiduría, dejó una huella imborrable en la historia de Uruguay y de América Latina. El guerrero tiene derecho a su descanso, dijo en sus últimos días. Y aunque se haya ido, sus reflexiones continúan iluminando el camino de quienes creen en una política con valores y humanidad.