La violencia volvió a sacudir el país con el hallazgo de dos cuerpos sin vida en la comunidad de Las Tablas, municipio de Catacamas, Olancho.

Las víctimas, aún no identificadas oficialmente, fueron asesinadas a balazos en horas de la madrugada y sus cuerpos quedaron tendidos en una calle polvorienta cerca de la Universidad Nacional de Agricultura (UNAG).
Según versiones preliminares, los jóvenes se dedicaban a limpiar parabrisas en la ciudad, una actividad informal que refleja la precariedad laboral que enfrentan miles de hondureños.
Vecinos de la zona reportaron haber escuchado múltiples detonaciones de arma de fuego durante la madrugada, lo que alertó a las autoridades locales.
Crimen en contexto de Estado de Excepción
Este nuevo hecho violento ocurre en medio del Estado de Excepción que rige en varias zonas del país, una medida que, según el gobierno, busca combatir el crimen organizado y las maras. Sin embargo, la persistencia de asesinatos como este pone en entredicho la efectividad de dicha estrategia.
“Estamos viendo cómo la violencia se sigue normalizando, incluso en zonas donde supuestamente hay mayor presencia del Estado. ¿De qué sirve un Estado de Excepción si los crímenes continúan impunes?”, cuestionó un defensor de derechos humanos en Olancho.
Falta de respuestas y justicia
Hasta el momento, las autoridades no han revelado el móvil del crimen ni si las víctimas tenían vínculos con estructuras criminales. La Policía Nacional ha iniciado una investigación, pero la falta de resultados en casos similares genera escepticismo entre la población.
Este doble asesinato se suma a los más de 1,200 homicidios registrados en lo que va del año en Honduras, de los cuales más de 100 han ocurrido solo en julio. Olancho, en particular, se mantiene entre los departamentos con mayor índice de violencia.