El jefe de los colectivos del partido Libertad y Refundación (Libre), Melvin Cevallos, lanzó este martes una advertencia alarmante: “Si nos toca agarrar armas, las vamos a agarrar por defensa del país.”

La declaración, realizada en medio de la crisis institucional que atraviesa el país, ha encendido las alarmas sobre el rumbo que está tomando el discurso político oficialista.
Cevallos, siguiendo las directrices del coordinador general de Libre, Manuel Zelaya, aseguró que los colectivos están “organizados e instruidos” para defender la soberanía nacional, incluso con el uso de la fuerza.
¿Defensa o amenaza?
Aunque Cevallos intentó matizar sus palabras afirmando que “no es una declaración de guerra”, el mensaje es claro: los colectivos están listos para movilizarse y actuar si consideran que el país está en riesgo. Lo preocupante es que ese “riesgo” parece estar definido por criterios ideológicos y políticos, no por amenazas reales a la seguridad nacional.
Zelaya, por su parte, ha reiterado que Libre cuenta con más de 30,000 colectivos entrenados y desplegados en todo el país, lo que ha sido interpretado por muchos como una forma de presión y control territorial.
En redes sociales, el exmandatario ha rechazado el uso del sistema TREP, calificándolo de “fraudulento”, y ha condicionado la participación de su partido en el proceso electoral.
Colectivos: ¿instrumentos de defensa o grupos de choque?
Los llamados “colectivos” de Libre han sido comparados con estructuras similares en regímenes autoritarios como Venezuela, Nicaragua y Cuba. En Honduras, estos grupos han sido vistos actuando como fuerzas de choque, irrumpiendo en instituciones, intimidando opositores y presionando decisiones políticas
La normalización de estos grupos como actores políticos organizados, entrenados y potencialmente armados, representa una grave amenaza para la institucionalidad democrática. La defensa de la soberanía no puede estar en manos de estructuras paralelas al Estado, mucho menos cuando se expresan abiertamente dispuestas a usar la violencia.
Reacciones y preocupaciones
Diversos sectores han condenado las declaraciones de Cevallos. Analistas advierten que este tipo de discursos radicales abonan a la polarización, deslegitiman el proceso electoral y ponen en riesgo la paz social. En un país donde la violencia política ha dejado huellas profundas, el llamado a “agarrar armas” no puede tomarse a la ligera.
Además, la falta de acción por parte de las autoridades frente a estas amenazas genera dudas sobre el compromiso del gobierno con el respeto al Estado de derecho. ¿Dónde está el Ministerio Público? ¿Dónde está la Corte Suprema de Justicia? ¿Dónde está el Congreso Nacional?
¿Hacia dónde va Honduras?
La democracia hondureña enfrenta un momento decisivo. Las elecciones del 30 de noviembre deberían ser una oportunidad para renovar el pacto social, pero el clima actual —marcado por amenazas, boicots y discursos beligerantes— pone en duda la posibilidad de un proceso libre, transparente y pacífico.