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Playas de Puerto Cortés se inundan de basura proveniente de Guatemala por enésima vez

Nuevamente las bellas playas de Puerto Cortés se ven inundadas de basura que arrastra el río Motagua desde Guatemala sin que las autoridades hondureñas hagan alguna acción contundente y hasta se engaveta iniciativas como la presentada por el diputado Carlos Umaña que buscaba dar solución a esta problemática.

Plásticos, desechos hospitalarios, ropa, animales muertos han llegado a las costas hondureñas, convirtiendo un paraíso natural en un vertedero transfronterizo.

Lo más alarmante no es solo la magnitud del desastre ambiental, sino la indolencia institucional con la que se ha tratado el problema. A pesar de múltiples denuncias, estudios y propuestas legislativas, las autoridades hondureñas siguen sin tomar acciones contundentes, y las iniciativas que podrían marcar un cambio —como la presentada por el diputado Carlos Umaña— han sido engavetadas sin explicación clara.

El río Motagua, que recorre más de 470 kilómetros desde la capital guatemalteca hasta desembocar en el mar Caribe hondureño, se ha convertido en una autopista de contaminación.

Más de 95 municipios guatemaltecos vierten sus desechos en este afluente, y durante la temporada de lluvias, el caudal arrastra toneladas de basura hacia las playas de Omoa, Puerto Cortés y Tela.

A pesar de que Honduras ha denunciado esta situación en foros internacionales, no existe un acuerdo vinculante ni una estrategia binacional efectiva para detener el flujo de residuos. Las biobardas instaladas en la desembocadura del Motagua han sido insuficientes, y la falta de infraestructura adecuada en Guatemala agrava el problema.

Carlos Umaña, diputado del Partido Salvador de Honduras, propuso un decreto para llevar el caso ante la Corte Internacional y exigir a Guatemala medidas concretas. Sin embargo, su propuesta fue archivada bajo el argumento de “esfuerzos diplomáticos”, que hasta ahora no han dado ningún resultado.

La contaminación de las playas de Puerto Cortés no es un fenómeno aislado ni inevitable. Es el resultado de una cadena de omisiones, negligencias y falta de voluntad política. Mientras se engavetan propuestas y se repiten discursos diplomáticos vacíos, el ecosistema costero hondureño se desmorona.  

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