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Honduras a punto de convertirse en el epicentro del narcotráfico en Latinoamérica

Honduras atraviesa una crisis profunda debido a la creciente influencia del narcotráfico en las instituciones estatales, y está a punto de convertirse en el epicentro del narcotráfico en Latinoamérica.

La percepción generalizada de que el crimen organizado ha infiltrado sectores clave del gobierno se ha visto reforzada por investigaciones y testimonios que revelan nexos entre figuras políticas y estructuras criminales.

De acuerdo con estudios recientes, más del 60% de los hondureños creen que el narcotráfico tiene presencia dentro del Estado, una preocupación que ha ido en aumento tras la difusión de reportes que vinculan a funcionarios de alto nivel con actividades ilícitas.

El narcotráfico no solo ha permeado el ámbito político, sino que ha encontrado apoyo en redes de corrupción que facilitan su operación dentro del país. La utilización de recursos del Estado para proteger a estos grupos, junto con la impunidad que prevalece en el sistema judicial, ha permitido que el problema crezca sin freno.

Casos recientes han demostrado que incluso miembros cercanos al círculo presidencial han sostenido reuniones con narcotraficantes. Carlos Zelaya, exsecretario del Congreso Nacional y cuñado de la presidenta Xiomara Castro, ha sido señalado por sostener encuentros con traficantes que buscaban influir en decisiones políticas.

Aunque él ha negado haber recibido financiamiento ilícito, estos hechos refuerzan la percepción de que el narcotráfico tiene acceso privilegiado a la cúpula del poder.

A esta situación se suma la reciente cancelación del tratado de extradición con Estados Unidos, una decisión promovida por la presidenta Xiomara Castro bajo el argumento de que el acuerdo representaba una injerencia en la soberanía nacional.

La eliminación de este mecanismo ha generado gran controversia, ya que la extradición fue clave para desarticular redes criminales en la última década. La medida también ha sido respaldada por el ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez, y por el presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, quienes afirman que Honduras debe procesar a sus propios criminales sin depender de la justicia estadounidense.

La combinación de corrupción, impunidad y decisiones políticas que favorecen a estructuras criminales está llevando a Honduras por un camino peligroso. Si no se toman medidas urgentes para fortalecer el Estado de derecho y frenar la influencia del narcotráfico, el país podría consolidarse como un narcoestado, donde las decisiones gubernamentales responderían más a los intereses del crimen organizado que a los de la ciudadanía.

La historia ha demostrado que, cuando el narcotráfico toma el control de las instituciones, la violencia y el deterioro social aumentan exponencialmente, dejando a la población en un estado de vulnerabilidad extrema.

Honduras es cada vez menos atractiva para la inversión extranjera y se vuelve cada día más en un paraíso para la droga, sus capos y sus negocios, ya que estos no conocen de ideologías políticas, solo de políticos corruptos y salpicados por ese sucio flagelo, aquí han encontrado un punto de partida importante, la familia que domina el gobierno, dispuesta a protegerse, los ve como posibles aliados, o lo han sido desde hace un tiempo, pues el mismo fiscal general lo confirma al decir “Es un video viejo, no es fácil llegar a la verdad”, confirmando todo, y para querer bajar la crítica lo llamó “Un asunto político”, en relación al vídeo que muestra a “Carlón” Zelaya en una reunión con capos de la droga.

Le aseguro al fiscal general que en las cortes de Estados Unidos ese caso está bastante avanzado, y ante lo difícil que es para Honduras investigar, según dan a entender sus propias palabras, la colaboración con un tratado de extradición vigente sería gran apoyo para usted, si es que desea hacer las cosas bien.

El retroceso en materia de seguridad es terrible; a casi 14 años de la firma del tratado de extradición, se anula en unos días. Las consecuencias las viviremos dentro de poco: más drogas, más armas y más violencia.

Si ante nuestros ojos ya tenemos un país desordenado y sin autoridad, lo que nos espera no es para nada alentador. Pero nada es para siempre; debemos aprender a cruzar estos desiertos con la vista puesta en el oasis, mantenernos fuertes y unidos, volvernos uno solo.

Deseo que existan elecciones generales y que en ese día recordemos todo lo que nuestra clase política ha hecho y al gobierno le recuerdo que JOH dejó de ser presidente hace 1,114 días.

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