El expresidente de Honduras y actual coordinador del partido oficialista Libre, Manuel Zelaya, ha vuelto al centro del debate político internacional tras condenar el bloqueo militar de Estados Unidos contra Venezuela.

En un mensaje publicado en su cuenta de X, Zelaya calificó el silencio ante dicha acción como “crimen de lesa patria” y “acto de cobardía imperdonable”, reafirmando su respaldo al régimen de Nicolás Maduro.
Esta postura, lejos de ser aislada, se inscribe en una política exterior hondureña cada vez más distanciada de Washington y más cercana a gobiernos cuestionados por autoritarismo y narcotráfico.
Entre la CELAC y el chavismo Zelaya, como fundador de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), argumenta que el bloqueo militar estadounidense “destruye la Carta de las Naciones Unidas” y “atenta contra la soberanía de los pueblos de América Latina y el Caribe”.
Su defensa de Maduro se intensifica en momentos en que el régimen venezolano enfrenta nuevas acusaciones por parte de Estados Unidos, incluyendo señalamientos de narcotráfico y corrupción transnacional.
La fiscal general estadounidense, Pam Bondi, reafirmó esta semana que el régimen de Maduro utiliza el espacio aéreo de Honduras para el tráfico de drogas hacia EE. UU., y que funcionarios hondureños reciben pagos por facilitar estos vuelos.
Zelaya respondió categóricamente: “Es absolutamente falso que el presidente Nicolás Maduro pague sobornos a funcionarios del Gobierno de Honduras”.

La defensa de Maduro por parte de Zelaya y del gobierno de Xiomara Castro —su esposa y presidenta de Honduras— contrasta con las acusaciones del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja de EE. UU., que advierte sobre una deriva autoritaria en Honduras, similar a la de Nicaragua y Venezuela.
El comité también denunció intentos de desestabilización del Consejo Nacional Electoral (CNE) y recordó el escándalo del “narcovideo” de 2013, en el que Carlos Zelaya, cuñado de la presidenta, aparece negociando fondos con narcotraficantes.
Zelaya, por su parte, reivindica los logros del gobierno de Castro en la lucha contra el narcotráfico, destacando la extradición del expresidente Juan Orlando Hernández como prueba de compromiso institucional.
La postura de Zelaya y el alineamiento de Honduras con Venezuela plantean interrogantes sobre la coherencia de la política exterior hondureña. Mientras EE. UU. lanza una coalición internacional contra el narcotráfico, Honduras se desmarca de su principal socio comercial —que representa el 26 % del PIB nacional mediante remesas— y se acerca a un régimen señalado por narcoterrorismo y fraude electoral.
Zelaya cuestiona la utilidad de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad, preguntando: “¿Para qué sirven si no pueden hacer prevalecer la paz ni garantizar los derechos de las naciones que la integran?” Pero su crítica parece más ideológica que estratégica, y deja en el aire si esta solidaridad con Maduro responde a principios de autodeterminación o a una peligrosa afinidad con regímenes autoritarios.
La condena de Zelaya al bloqueo militar de EE. UU. y su respaldo a Maduro reafirman una línea política que privilegia la afinidad ideológica sobre los intereses económicos y diplomáticos de Honduras.
Es absolutamente falso que el presidente Nicolás Maduro pague sobornos a funcionarios del Gobierno de Honduras para permitir el paso de drogas.
El gobierno de la presidenta Xiomara Castro ha sido reconocido incluso por Estados Unidos por su combate frontal contra el…— Manuel Zelaya R. (@manuelzr) August 27, 2025