Ante la grave situación provocada por las intensas lluvias que han azotado el país, el Gobierno de Honduras anunció la asignación de L 500 millones para atender las emergencias, brindar asistencia humanitaria y ejecutar acciones de salvamento en las zonas más afectadas.

La presidenta Xiomara Castro confirmó que su administración está lista para responder a todas las incidencias derivadas del temporal.
“Nuestro compromiso es con el pueblo hondureño. Estamos preparados para atender a los afectados y coordinar esfuerzos con todas las instituciones del Estado”, expresó la mandataria tras una reunión de alto nivel con autoridades de emergencia.
Durante el encuentro, el titular de la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), José Fortín, dio a conocer los acuerdos alcanzados, entre ellos la instrucción directa a la Secretaría de Finanzas para identificar y liberar los fondos necesarios que permitan atender la emergencia nacional.
“Se ordena a la Secretaría de Finanzas identificar fondos para atender la emergencia”, declaró Fortín, subrayando la urgencia de actuar con rapidez ante el impacto de las lluvias.

Por su parte, el alcalde del Distrito Central, Jorge Aldana, garantizó la atención humanitaria y la habilitación de albergues para los damnificados.
“Estamos trabajando en conjunto con el Gobierno Central para brindar refugio, alimentos y asistencia médica a quienes lo han perdido todo”, aseguró.
La asignación de estos recursos se da en el marco de una Alerta Roja vigente en varios municipios del país, donde se han reportado inundaciones, deslizamientos de tierra, viviendas colapsadas y comunidades incomunicadas.
Las imágenes de colonias como El Reparto, Guillén, Río Abajo y Smith muestran viviendas soterradas, calles convertidas en ríos y familias que lo han perdido todo. La falta de alertas tempranas, la debilidad del sistema de alcantarillado, y el crecimiento urbano desordenado son factores que han agravado la tragedia.
La emergencia climática no es nueva, y el cambio climático no espera. Si Honduras quiere evitar que cada invierno se convierta en una catástrofe anunciada, debe dejar de improvisar y empezar a planificar con visión de país.