A pocas semanas de las elecciones generales del 30 de noviembre, el exministro de Transparencia y exfiscal general de la República, Edmundo Orellana, emitió un contundente llamado a la conciencia ciudadana: “Sabemos quiénes son los corruptos, los corruptores y quienes los defienden.
Votar por ellos es convertir la corrupción en regla de conducta, en perversión el respeto estricto de la ley y a Honduras en el paraíso de la impunidad”.
Este mensaje, difundido a través de sus redes sociales, se suma a una creciente ola de críticas sobre el estado de la democracia hondureña, en un contexto marcado por denuncias de fraude, polarización política y desconfianza institucional. Orellana instó a los hondureños a “no botar su voto”, subrayando que el sufragio debe ser un acto de responsabilidad, no de resignación.
Proceso electoral decisivo
El próximo 30 de noviembre, los hondureños elegirán a un presidente, tres designados presidenciales, 298 alcaldes, 128 diputados al Congreso Nacional y 20 al Parlamento Centroamericano. En la contienda participan los principales partidos políticos del país.
Las palabras de Orellana no son aisladas. En los últimos meses, diversas voces han alertado sobre el deterioro institucional y el uso del aparato estatal para fines partidarios. El exfiscal ha sido enfático en señalar que la corrupción no solo se tolera, sino que se premia con votos, lo que perpetúa la impunidad y debilita el Estado de derecho.
Además, ha criticado el papel de las Fuerzas Armadas en el proceso electoral, advirtiendo que su involucramiento representa una amenaza a la democracia. “Urge excluir a las FFAA del sistema electoral”, declaró recientemente.
La advertencia de Orellana debe ser leída como un llamado urgente a la madurez política del electorado. En un país donde la corrupción ha sido sistemática y transversal, votar sin conciencia equivale a legitimar el abuso de poder. La democracia no se fortalece con discursos, sino con decisiones informadas y valientes.
La ciudadanía hondureña enfrenta una elección que no solo definirá cargos, sino el rumbo ético del país. Como bien señala Orellana, “Ud decide. Vote por Honduras. No bote su voto”


