El papa Francisco, de 88 años, fue dado de alta tras casi 40 días de hospitalización en el Policlínico Gemelli de Roma.

Durante su estancia, enfrentó dos episodios críticos que pusieron en peligro su vida debido a una neumonía bilateral y problemas respiratorios crónicos.
Según los médicos, su recuperación ha sido lenta pero constante, y continuará con un periodo de convalecencia de al menos dos meses en la Casa Santa Marta, su residencia habitual en el Vaticano.
El doctor Sergio Alfieri, jefe del equipo médico que lo atendió, explicó que el papa se encuentra estable desde hace quince días y que su traslado al Vaticano es más seguro que permanecer en el hospital, donde existe mayor riesgo de infecciones.
Aunque el pontífice necesitará oxígeno y terapia motora y respiratoria, su buen humor ha sido un factor clave en su recuperación. “Aún estoy vivo”, bromeó Francisco en uno de los momentos más difíciles, según relató el equipo médico.
Se espera que el papa haga su primera aparición pública desde su hospitalización al final del rezo dominical del Ángelus, saludando desde una ventana del hospital. Este gesto ha sido interpretado como una señal de su mejoría y ha generado alegría entre los fieles, quienes han estado orando por su salud durante semanas.
La noticia de su recuperación ha sido recibida con alivio y esperanza por millones de católicos en todo el mundo. Durante su hospitalización, el papa continuó desempeñando algunas de sus funciones, como la creación de una nueva diócesis en Paraguay, demostrando su compromiso con la Iglesia a pesar de las dificultades.