El paso de “Sara” por nuestro territorio ha dejado más que lluvias e inundaciones; ha expuesto, una vez más, la incapacidad de quienes dicen gobernarnos para anticipar y mitigar desastres.
Por Juan Carlos Degrandez
Mientras las aguas arrasan con vidas y hogares, el gobierno parece estar en otra sintonía. ¿Su primera medida ante la emergencia? Aprobar decretos para compras directas. ¡Qué conveniente! No hay nada como un desastre para abrir la caja de Pandora de la corrupción.
Y como si esto no fuera suficiente, la presidenta, en un acto de malabarismo político, culpó a administraciones pasadas por la situación.
Claro, porque seguramente gobiernos de hace décadas controlaban la trayectoria de los fenómenos climáticos. La ironía es dolorosamente obvia: ante una crisis que requería liderazgo, lo que recibimos fue una excusa mal pensada.
Lo más preocupante, sin embargo, no son solo las decisiones tardías, sino quiénes las toman. En puestos clave, donde deberían estar expertos con conocimiento y experiencia, tenemos una feria de incompetencia. Personas sin preparación, pero con conexiones políticas, manejando las riendas de nuestra seguridad y bienestar.
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El precio de esta mediocridad lo paga el pueblo, con vidas, con pérdidas y con el desgarrador sentimiento de abandono.
Honduras no puede seguir siendo el país donde la tragedia es un negocio y la política una excusa para perpetuar la incompetencia. La paciencia del pueblo tiene un límite. A aquellos políticos que ahora están en campaña, permítanme recordarles algo: la gente está cansada. Cansada de promesas vacías, de líderes incapaces y de la corrupción disfrazada de emergencia.
El cambio que Honduras necesita no se encuentra en discursos llenos de demagogia. Se encuentra en la acción, en la honestidad y en la capacidad. Este pueblo ya no se dejará engañar por ineptos ni por quienes usan las desgracias para lucrar o perpetuarse en el poder.
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El mensaje es claro: si no están preparados para liderar con integridad y eficiencia, ni se molesten en presentarse. Este pueblo merece, y exige, algo mejor.
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A usted que está leyendo y que, si le importa Honduras y su pueblo, le pido: Ore y ayude a cuantos pueda, faltan muchas horas de lluvia y lo peor está aún podría estar por llegar. Recuerde la frase que usaron en campaña política los que ahora nos gobiernan: “Solo el pueblo, salva al pueblo”, ellos, en sus lujosas camionetas, rodeados de guardaespaldas y en sus mansiones, ya se olvidaron de nosotros.
Dios bendiga a Honduras
