Hondumedios

Reflexiones y esperanzas ante la crisis de inseguridad

Muchas veces me dicen que Honduras nunca ha sido un país seguro, que mi preocupación por lo que ocurre en los últimos años y sobre todo en los últimos meses, tiene un matiz político o simplemente estoy atacando para desestabilizar o hacer ver mal al gobierno.

Por Juan Carlos Degrandez, Especialista en Lucha contra estructuras criminales internacionales y redes ilícitas. Centro Perry, Universidad de defensa de Washington DC

Lo primero que viene a mi mente es mi niñez en el barrio El Bosque de Tegucigalpa, a finales de la década de los 80, a excepción del ratero conocido por todos, no había mayores riesgos, jugábamos en las calles hasta muy tarde en la noche, el mayor peligro era botar el balón adentro de la casa de uno de esos vecinos que nunca le regresaba o la enviaba de vuelta rota.

Luego, sin percatarnos, todo comenzó a cambiar, y hago referencia a la década de los 90, cuando comenzar las primeras pandillas violentas, el acceso a la droga se volvió más sencillo y la enseñanza de valores morales comenzó a desaparecer de las iglesias y los hogares, dejo plasmado esto para dejar claro que no todo lo que está ocurriendo es culpa de los políticos que nos gobiernan en este lapso de cuatro años.

Pero no hace falta ser un especialista para decir que los acontecimientos recientes en el país, nos tienen a todos con los pelos de punta, aunque intentemos mantenernos al margen, nos vemos completamente vulnerables ante lo que ocurre, desapariciones, secuestros, homicidios a toda hora del día, incluyendo a menores de edad, como el caso del niño del centro educativo, sin dejar de mencionar el desplazamiento forzado, la extorsión y los asaltos que están a la orden del día.

Constantemente se han presentado informes estadísticos por parte de la Secretaría de Seguridad, no sé con qué objetivo, ¡hacernos creer que vivimos en el país de las maravillas o medir que tan ingenuos podemos ser?, pero las “medidas radicales” que el Consejo de Defensa y Seguridad anunció en cadena nacional, tenían como espina dorsal, la contradicción a esas estadísticas presentadas, pues aceptaron que estamos viviendo una crisis en materia de seguridad.

Todo el comunicado se quedó en papel, parte del circo político al que nos han acostumbrado, y voluntariamente observamos y no hacemos nada, ante nuestros ojos la viceministra de Seguridad Julissa Villanueva, acusó a su jefe, el ministro de Seguridad, diciendo que este ha otorgado contratos de forma irregular a sus hijos, la respuesta fue el despido de todo el personal de la oficina de la viceministra, y todo siguió sin novedad, el mensaje que esto deja, es que denunciar a alguien con poder en nuestro país, no tendrá ningún efecto y el peligro lo llevará el valiente denunciante.

El director de JOPRODEH, que es una organización de jóvenes promotores de los Derechos Humanos, hizo una denuncia muy grave, dijo que la Policía ya sabía dónde estaban los cuerpos de los 5 jóvenes asesinados en la zona oriental del Distrito Central, pero no quisieron hacerlo público para no opacar el desarrollo de un foro político que se desarrolló en país, mismo que más allá del gasto público, no nos dejó nada.

En un país con autoridades serias y que realmente estuvieran preocupados por darnos un mejor país, esto hubiera desatado una investigación inmediata y profunda; sin embargo, lo que recibió el director de JOPRODEH, fue una orden de captura en su contra.

Y así, vamos perdiendo nuestros derechos, nuestros espacios y nuestra vida, nuestro pueblo está de rodillas y la esperanza se diluye en discursos de odio entre políticos y señalamientos de uno a otro, que solo provocan histeria colectiva en nuestra sociedad y deseos de huir a cualquier lugar, lejos de nuestro amado y bello país.

La tristeza y estrés nos consume, porque nos sentimos en parte responsables de todo lo malo que ocurre a nuestro alrededor, perdemos la esperanza y pensamos por momentos, que no hay salida, sin embargo, el vínculo más fuerte debe seguirnos uniendo, el amor del uno por el otro, para construir todo lo que merecemos, y vivir no solo en riqueza material, también en la riqueza espiritual que es tan necesaria, para alcanzar nuestro punto más alto en la historia.

El gobierno debe reconocer que no ha puesto a las personas correctas en los cargos más importantes en el país, tal como lo denunció el CNA, un apellido pesa más que la academia, formación o experiencia que un individuo pueda tener, y los resultados se ven en nuestra colapsada sociedad, que intenta en el caos, ganarse la vida para poder comer y tener un techo, mientras los carros blindados, viajes en helicóptero, foros y giras mundiales, siguen siendo la prioridad de las familias que nos gobiernan.

Deseo de corazón que todos los desaparecidos regresen sanos y salvos, y que la justificación de las autoridades no sea “que son delincuentes o familiares de ellos” y esto también me hace desear que algún día vendrá un gobernante que ame a su patria, su pueblo y que tenga a Dios en su corazón, que actúe con firmeza, valentía y profesionalismo, para sacar a Honduras de esta hondura.

Que Dios nos ilumine y proteja.

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