Los niveles actuales de confrontación entre las distintas facciones de los partidos políticos y las demoras en el cronograma electoral por la falta de presupuesto vaticinan, desde ya, un proceso conflictivo y poco transparente en los comicios internos de 2025.

La incertidumbre pesa en el ambiente ya que las y los ciudadanos no se muestran optimistas de cara al proceso electoral que se avecina porque, la violencia está marcando un punto de preocupación en el país.
El proceso electoral en Honduras ha sido históricamente un tema de gran debate y preocupación. Las elecciones internas, que determinan los candidatos de los partidos políticos, han enfrentado críticas por la falta de transparencia y garantías de un juego limpio.
A pesar de los esfuerzos por reformar el sistema electoral, como la creación del Consejo Nacional Electoral en 2019, persisten las dudas sobre la integridad del proceso.

La nueva Ley Electoral, aprobada con la intención de incluir a representantes de los tres partidos políticos más grandes en todos los entes electorales, no ha disipado las preocupaciones sobre la posibilidad de manipulación y control partidista.
Sin embargo, el camino hacia elecciones verdaderamente democráticas y transparentes sigue siendo un desafío crucial para la consolidación de la democracia en Honduras.
Por otro lado, la crisis que vive Honduras está intrínsicamente ligada a la crisis que persiste en empleo para garantizar las necesidades básicas de las familias hondureñas.

Lo peor, en este contexto, es que el 56% de la población de este país centroamericano, está pensando en emigrar porque no encuentran posibilidades de empleo, siguen sobreviviendo en medio de la violencia y muchos afirman que no pueden continuar sus estudios de nivel medios y superiores.
Es decir, prefieren el riesgo, que significa sumergirse en una ruta migratoria muy peligrosa, que quedarse en Honduras. Por otra parte, persisten los problemas generados por la corrupción, el desempleo, hambre, violencia e inseguridad.