
El cohete de Elon Musk logró superar casi todos los retos marcados, aunque se perdió en los minutos finales en la reentrada de la nave en la atmósfera
A las 14.25 hora peninsular española, con más de hora y media de retraso y tras algunos momentos de incertidumbre, partió la tercera y más exitosa misión de Starship desde la base de la compañía de Elon Musk desde la playa de Boca Chica, en el sur de Texas, junto al golfo de México.
Poco antes de la hora límite para el lanzamiento, SpaceX tuiteaba que aunque el cohete no saliese disparado, estaban aprendiendo mucho: “Lo que estamos haciendo hoy proporcionará información de valor incalculable para continuar el rápido desarrollo de Starship”.
Es un cohete imprescindible en la actual carrera para devolver a los humanos a la Luna. Todavía serán necesarias muchas otras pruebas para asegurarse de que el artefacto de SpaceX funciona a la perfección, pero hoy se dio un gran paso tras dos intentos que acabaron accidentadamente.
En este tercer intento, según explicó la compañía estadounidense, se quiso poner a prueba los vehículos, tanto el propulsor como la nave, algo que generaba incertidumbre sobre el desenlace de la misión.
Logró que ambas etapas ascendieran con éxito, que la puerta de la carga útil operara correctamente —la que se debe abrir para liberar los materiales que la nave lleve al espacio, como satélite—, y también se consiguió que la nave regresara a la Tierra de forma controlada después de una hora de vuelo, poniendo a prueba las baldosas de protección contra el calor generado por el rozamiento contra la atmósfera.