En los barrios y colonias marginales, la desesperación y la falta de oportunidades a menudo dan lugar a la formación de grupos delictivos conocidos como maras y pandillas.
Por Juan Carlos Degrandez

Estas organizaciones, infames por su violencia y delitos, reclutan miembros de manera sistemática y despiadada. En este análisis, exploraremos las tácticas y estrategias utilizadas en el proceso de reclutamiento de estas organizaciones, exponiendo su brutal realidad y profundizando en la dimensión del problema.
Muchos factores facilitan el reclutamiento de maras y pandillas que comienza con la identificación de individuos vulnerables en la comunidad. Jóvenes y niños desfavorecidos, marginados, y en busca de pertenencia son presa fácil para estas organizaciones.
Aprovechando la falta de apoyo familiar, la ausencia de modelos positivos y la necesidad de protección, los reclutadores utilizan tácticas de manipulación psicológica para atraer a nuevos miembros, ofreciéndoles aquellas cosas de las que carecen en su hogar o el estado no les provee, esto va desde ayuda para la alimentación de sus familias, ropa, calzado y hasta educación.
Una vez identificados los objetivos, los reclutadores seducen con la promesa de pertenencia y protección. Ofrecen una familia alternativa, un sentido de camaradería y la ilusión de seguridad en un entorno hostil.

Esta sensación de pertenencia es reforzada por rituales de iniciación que exigen lealtad absoluta y obediencia ciega, sellando así el compromiso del nuevo recluta con la organización, niños desde los 8 años están siendo introducidos a este mundo, dejando muy poca esperanza de vida en ellos y condenándolos a un camino de sufrimiento, maldad y muerte.
Para mantener el control sobre sus miembros, las maras y pandillas normalizan la violencia como un medio de resolución de conflictos y afirmación de poder. Los nuevos reclutas son sometidos a rituales de brutalidad y agresión, obligándolos a participar en actos delictivos como prueba de lealtad y valentía.
La deshumanización del otro y la glorificación de la violencia alimentan una cultura de la impunidad y la crueldad, tanto varón y mujeres, son sometidos a esclavitud sexual por parte de miembros más antiguos o de mayor “rango” dentro de la estructura, también son obligados a trabajar como vendedores de droga o cobradores de extorsión, cosas que a este punto lo hacen como una acción normal de su cultura organizacional, y aunque muchos tengan temor y deseen abandonar este mundo, ellos con sus propias manos han ejecutado a aquellos que incumplieron instrucciones, por ende, saben lo que les espera.

Por todo esto anterior, vivimos en una guerra interminable, bala contra bala, porque nuestros gobiernos solo se enfocan en dar respuesta a los actos violentos de estas estructuras, que tienen en nuestros niños, una fuente inagotable de “soldados”.
Los programas gubernamentales de prevención son obsoletos y casi inexistentes, el presupuesto asignado se gasta en asuntos administrativos y en foros lujosos que no dejan más que un almuerzo o “Coffee Break” a los asistentes, en nada son beneficiados nuestros niños, quienes a este tipo de evento solo aportan sus rostros en videos o fotografías para justificar dichos gastos, pero en su realidad, están en ese preciso momento, enfrentando la decisión de cargar una pistola o un lápiz.
Norman es un niño que nació en un hogar feliz, con valores cristianos y morales, de padres profesionales, él tiene muchas oportunidades, en cambio, Luis ha nacido de una madre soltera, sin educación y con pocos ingresos, él estará propenso a ser víctima de estos grupos, hay mucha responsabilidad en los padres de Norman, para también poder hacer su esfuerzo para ayudar a niños como Luis, pues esos dos niños podrían ser socios en el futuro o uno víctima del otro.

El ejemplo anterior es solo para trasladarnos como ciudadanos patriotas la responsabilidad de educar a nuestros hijos, pero hacer lo mejor que podamos por nuestra sociedad entera, le hemos dado el poder a los políticos para que decidan en todo lo relacionado con nuestras vidas, y usted ya conoce las consecuencias de eso, basta leer los medios o sintonizar un canal de noticias, para entender que nos siguen fallando.
La prevención no es con carros millonarios que toman fuego en plena vía pública o en las lujosas camionetas blindadas que transportan a un funcionario no relacionado con el tema de seguridad y a sus incontables guardaespaldas, prevenir es llegar al lugar donde se origina el problema, antes que estos criminales lo hagan y brindarles alternativas a estos niños.

Las críticas serán recibidas por lo que diré a continuación, pero acompañando a las clases de ciencia e innovación en las escuelas, se deben fortalecer las clases de valores cívicos y morales, también, propongo abiertamente, la enseñanza de La Biblia en las escuelas, aunque para muchos esto no permite la libertad de culto, la gran mayoría sabemos que la reserva moral de muchas sociedades en la actualidad, viene del cristianismo.
No reaccionemos tarde, gobierno por favor, no dejen pasar un día más, la violencia está cobrando muchas vidas y a cada minuto se suman más miembros a estas estructuras criminales, se nos ha olvidado que nosotros también fuimos niños con sueños y ahora que los hemos logrado, no nos olvidemos de ellos que vienen atrás de nosotros.