El reciente ataque ruso con misiles balísticos contra la ciudad de Sumi, en el noreste de Ucrania, ha dejado un saldo devastador, según informes oficiales, al menos 32 personas han perdido la vida, incluidos dos niños, y 84 han resultado heridas, entre ellas 10 menores.

Este ataque ocurrió durante el Domingo de Ramos, un día en el que muchas personas estaban en las calles y cerca de una iglesia, lo que ha intensificado la indignación internacional.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, condenó enérgicamente el ataque, calificándolo como un acto de terror y subrayando que sin una presión internacional significativa, Rusia continuará prolongando la guerra.
Mientras tanto, las operaciones de rescate siguen en marcha, con equipos trabajando para atender a los heridos y recuperar cuerpos entre los escombros.
Este ataque se produce en un contexto de creciente tensión en la región de Sumi, que es fronteriza con Rusia.

Más de 67,000 soldados rusos han sido desplegados en la dirección de Kursk, lo que indica una ofensiva de primavera contra las regiones de Sumi y Járkov.
A pesar de los intentos de Estados Unidos por negociar un alto el fuego de 30 días, Moscú se ha negado hasta ahora, limitándose a treguas parciales que no se han cumplido.
El ministro ucraniano de Interior, Igor Klomenko, advirtió que el número de víctimas podría aumentar, ya que el ataque se dirigió claramente contra el centro de la ciudad en un momento en que había mucha gente en la calle debido a la celebración del Domingo de Ramos.