El respaldo público de la presidenta Xiomara Castro al mandatario venezolano Nicolás Maduro ha generado una fuerte reacción en cadena dentro del espectro político y social hondureño.

En un mensaje publicado en su cuenta oficial, Castro expresó su “plena solidaridad” con Maduro y rechazó “de manera categórica” las acusaciones formuladas por Estados Unidos, que recientemente duplicó la recompensa por su captura a 50 millones de dólares.
La presidenta defendió el principio de autodeterminación de los pueblos y calificó las acusaciones como “ataques infundados”, alineándose con los gobiernos de Colombia y Bolivia, que también han manifestado apoyo al líder venezolano.
Sin embargo, el gesto ha sido duramente criticado por figuras de la oposición hondureña. El diputado Jorge Cálix respondió: “No hable en nombre del pueblo hondureño que repudia a los dictadores. Usted, su familia y su candidata, al defender al narco dictador de Maduro, cierran sus ojos ante el sufrimiento de los millones de venezolanos que huyen de la represión y el hambre”.
Otros actores políticos y analistas, como Moisés Ulloa y Rashid Mejía, acusaron a Castro de comprometer la imagen del Estado hondureño al vincularse con un régimen señalado por narcotráfico y violaciones a los derechos humanos.
“Usted ha perdido el derecho a hablar por mi persona. Los hondureños dignos no somos amantes de terroristas narcosocialistas”, escribió Ulloa.
Este episodio ha encendido un nuevo frente de confrontación política en Honduras, justo en medio de un proceso electoral marcado por la desconfianza institucional y la polarización.
Para el oficialismo, el pronunciamiento representa una postura diplomática coherente; para la oposición, es una muestra de afinidad con un régimen autoritario y cuestionado internacionalmente.
En el ámbito internacional, la congresista republicana por el estado de Florida, María Elvira Salazar, reaccionó con dureza:
“Xiomara, tú y los amiguitos de Maduro son una amenaza para la democracia en Honduras y en toda América Latina.
Al respaldar a un régimen que ha destruido a Venezuela, dejas claro tu plan: convertir a Honduras en otra nación sometida, empobrecida y sin libertades. Maduro no es un líder. Es un dictador narcotraficante, acusado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos y con una recompensa de 50 millones de dólares por su captura. Un criminal peligroso para Estados Unidos y para toda la región”.
Así, el episodio refleja no solo las tensiones internas en Honduras, sino también la influencia de la política exterior en el discurso nacional.
Para el oficialismo, se trata de un acto de coherencia diplomática; para la oposición, una muestra de afinidad con un régimen que Estados Unidos vincula con el narcotráfico y la represión.
Con ello, el mensaje de Xiomara Castro abre un nuevo frente de confrontación que parece escalará en las próximas semanas.