Rodolfo Pastor Fasquelle, exmiembro del Tribunal de Honor de Libre y actual embajador en Corea del Sur, lanzó una crítica contundente al partido oficialista Libertad y Refundación (Libre), señalando que ha perdido su esencia democrática y se ha transformado en una maquinaria electoral similar a los partidos tradicionales.

Según Pastor, este desvío ha generado actos de corrupción visibles en la opinión pública, lo que representa una “gran tristeza” para quienes creyeron en el proyecto original.
Crítica al enfoque electoralista
Pastor denunció que Libre se ha enfocado exclusivamente en ganar elecciones y obtener cargos, dejando de lado la construcción de un gobierno democrático.
Esta obsesión por el poder, afirmó, ha desnaturalizado la democracia interna del partido y ha dado lugar a prácticas caudillistas, donde líderes de movimientos imponen candidatos sin procesos transparentes.
“Nos hemos convertido en otro organismo, como los partidos tradicionales, no vamos a gobernar bien si no corregimos este rumbo equivocado.”
Desmantelamiento institucional
El desmantelamiento del Tribunal de Honor, órgano clave para la ética interna del partido, agrava la situación. Las renuncias de sus miembros —incluyendo figuras como Sonia Marlina Dubón, Julio Escoto y Patricia Murillo— dejaron al tribunal prácticamente inoperante. Pastor denuncia que ni siquiera fueron convocados a la asamblea que supuestamente decidió su sustitución por un Tribunal de Ética Revolucionaria.
Esto refleja una falta de respeto institucional y una deriva hacia el autoritarismo interno. La ausencia de mecanismos éticos sólidos pone en riesgo la credibilidad del partido.
Pastor también critica el sistema de “marcar en raya” en las votaciones internas, calificándolo como antidemocrático. Este método, según él, otorga un poder desproporcionado a los líderes de movimientos, transformándolos en “tiranos” que separan al partido de la ciudadanía. “Es un grave error que desnaturaliza la democracia.”
“Libre pierde su rumbo si irrespeta sus instituciones.”
Las declaraciones de Pastor Fasquelle no son simples quejas: son una advertencia desde el corazón del partido.
Libre, que nació como una alternativa democrática, corre el riesgo de convertirse en lo que prometió combatir. La crítica interna debe ser escuchada, no silenciada.
Corregir el rumbo no es solo una necesidad ética, sino una condición para recuperar la confianza ciudadana y gobernar con legitimidad.