Este viernes, un juez de letra dictó arresto domiciliario para Perfecto Enamorado Paz, uno de los cuatro hombres señalados por el Ministerio Público como presuntos responsables de planear un atentado contra el expresidente Manuel Zelaya y de intentar desestabilizar el Gobierno de la presidenta Xiomara Castro.
A sus 70 años, don Perfecto Enamorado vuelve a su hogar en Comayagua, rodeado por su esposa, hijos y nietos, luego de vivir lo que él mismo ha calificado como “una pesadilla que jamás olvidará”.
Fue acusado de terrorismo, un cargo que generó rechazo entre sectores de la población, especialmente tras conocerse que las pruebas en su contra se basaban en audios compartidos por WhatsApp, los cuales algunos consideran como una “broma de mal gusto” que escaló a niveles judiciales inesperados.
En declaraciones a los medios, el abogado defensor, Carlos Midence, señaló que el arresto domiciliario permite a Enamorado Paz cumplir con los trámites necesarios para estar pronto en su hogar, garantizando su integridad mientras se desarrolla el proceso judicial.
«Por su edad y condición, es un derecho establecido en el Código Procesal y los tribunales reconocen su aplicación», explicó.
El profesional del derecho también aclaró que no puede emitir juicios sobre culpabilidad o inocencia, ya que el ente acusador es el encargado de presentar las pruebas correspondientes.
Durante su detención, Enamorado fue expuesto públicamente como parte de una supuesta conspiración criminal. Este proceso no solo lo separó de sus seres queridos, sino que también le provocó serios problemas de salud emocional. Aunque su expediente judicial sigue abierto, la medida cautelar le permitirá recuperar parte de su vida familiar mientras se define su situación legal.
Este caso ha generado un intenso debate sobre el uso de pruebas digitales, la presunción de inocencia y el papel de las instituciones en contextos políticos sensibles.
La historia de don Perfecto Enamorado se convierte en un símbolo de los límites entre la justicia y el exceso, en un país que se prepara para elecciones marcadas por la polarización y la desconfianza institucional.
