En las últimas horas trascendió que el Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Roosevelt Hernández, desenfundó su arma con una mano y con la otra tomó la Constitución de la República y puso la punta de su revólver sobre la misma a punto de disparar.
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Este hecho es real y según se informó ocurrió el lunes pasado en horas de la tarde en las instalaciones de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) donde fueron convocadas entre 2,500 y 3,000 personas que son empleados auxiliares de las Fuerzas Armadas.
Los auxiliares de distintas áreas y unidades de las Fuerzas Armadas llegaron a la base área para ser informados de nuevas políticas, entre ellas una deducción del 3 por ciento de su salario como aporte para el Hospital Militar.
Todo fue raro y sospechoso, desde la convocatoria hasta el estricto régimen de control que se dio en la entrada de la base Hernán Acosta Mejía. A los presentes les obligaron a dejar sus teléfonos celulares y a regañadientes los entregaron, aunque hubo algunos que reclamaron que cuál era el miedo, otros burlaron la seguridad.
El general Roosevelt Hernández llegó acompañado de los miembros de la Junta de Comandantes y a lo largo de su discurso, varios de los presentes levantaron sus voces en son de reclamos, y en más de alguna ocasión pidió respeto y guardar silencio.
El general dijo que era un respetuoso de la ley y se dedicó a mostrar videos de los recorridos que hace en las unidades militares, de las campañas en las que se ha involucrado (reforestación, seguridad, salud) y pareció defenderse de los últimos cuestionamientos que le ha hecho la clase política opositora.
Los presentes murmuraron al ver los videos como signo de reprobación a su comportamiento y algunos incluso levantaron su voz de desaprobación.
El general atribuyó a algunos medios de comunicación del país de orquestar una campaña en su contra y en contra de las Fuerzas Armadas.
Por lo anterior, el general y actual jefe del Estado Mayor sacó su arma de reglamento que andaba en el cinto, tomó un ejemplar de la Constitución de la República, le apuntó y dijo: “Yo soy respetuoso de las leyes, si no lo fuera, hago esto”, gritó apuntándole a la Constitución a punto de disparar, ante la mirada estupefacta de los presentes y de los propios miembros de la cúpula militar.
Al parecer, el general se dio cuenta de su exabrupto y de inmediato guardó su arma.