“Misión cumplida, carajo; misión cumplida Ricardo Martinelli”, proclamó el triunfador de las elecciones presidenciales de Panamá, José Raúl Mulino, al celebrar ante sus seguidores su triunfo en los comicios celebrados este domingo.

“No me animan confrontaciones de ningún tipo”, aseveró Mulino al asegurar que buscará el consenso político y que impulsará “un Gobierno pro empresa privada, pero sin olvidar a los más necesitados”.
La candidatura de Mulino, de 64 años, fue validada por el Tribunal Electoral (TE) cuarenta y ocho horas antes de la celebración de los comicios, al reconocer que podía reemplazar como aspirante al expresidente Ricardo Martinelli, quien fue inhabilitado, condenado a más de diez años de prisión por blanqueo y se encuentra asilado en la Embajada de Nicaragua desde febrero pasado para evitar su detención.
José Raúl Mulino, el delfín del exmandatario Ricardo Martinelli inhabilitado por corrupción, fue elegido este domingo nuevo presidente de Panamá, imponiéndose con una amplia diferencia a sus adversarios directos, que vieron cómo se dividían los votos entre ellos mientras se imponía el candidato que prometió devolver el dinero a los bolsillos de los panameños.
Martinelli, la larga sombra de Mulino
Martinelli volvió a estar presente en esta jornada electoral como lo ha hecho durante la campaña política de los últimos meses: tras votar, su delfín Mulino fue a visitarlo a la Embajada de Nicaragua en Panamá, donde ambos se fundieron en un fraternal abrazo dentro de la sede diplomática.
Pero Mulino tampoco las tuvo todas consigo. No fue sino hasta el pasado viernes, dos días antes de las elecciones, que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Panamá decidió declarar que no era inconstitucional la decisión del pasado 4 de marzo del Tribunal Electoral de designarle in extremis como candidato para sustituir a Martinelli.
La Corte Suprema había admitido el pasado marzo una demanda de inconstitucionalidad contra el Acuerdo del Tribunal Electoral (TE), que ese mismo mes designó al candidato a vicepresidente Mulino como sustituto de Martinelli, a pesar de una demanda en contra de la medida que argumentaba que Mulino aspiraba a la presidencia sin candidato a vicepresidente, lo que viola artículos constitucionales, y que no fue elegido en primarias por el partido que lo abanderaba, Realizando Metas.
En julio de 2009, Martinelli lo nombró ministro de Gobierno (Interior) y Justicia, y en abril de 2010 pasó a ser ministro de Seguridad Pública, teniendo una accidentada gestión por la represión en julio de ese mismo año de protestas de trabajadores bananeros en la región de Bocas del Toro (Caribe), con un saldo de dos muertos, decenas de heridos y más de un centenar de detenidos.