Hondumedios

El gobierno pone el riesgo las remesas,  nuestra “única” fuente de ingresos

¿Cuál es el plan para igualar los miles de millones de lempiras que nuestros sacrificados migrantes envían y evitar que esto impacte en la seguridad ciudadana?

En un poblado muy pequeño en el desierto,  en el cual enfrentaban tremendos problemas de escasez de agua y solo contaban con una pequeña laguna que únicamente se nutría de las pocas lluvias que caían sobre las montañas, su líder de turno tuvo la idea de construir una más grande, para reservar más agua, a muchos les agradó la idea, pero el plan obligaba a destruir la laguna actual para construir la nueva, antes de terminar la obra, el pueblo se quedó sin agua, muchos trabajadores murieron de sed y el resto de la población tuvo que irse a otro lugar, pues la poca agua que había quedado, fue para su líder y familia, quienes eventualmente, no tenían un pueblo al que dirigir.

En el año 2024, las remesas superaron los 9,500 millones de dólares, el más alto porcentaje de este dinero de nuestros compatriotas en Estados Unidos. Gracias a ellos, este país aún se sostiene con la esperanza de desarrollarse. Nuestra economía depende de ellos.

Recientemente, un diario publicó una cifra espeluznante, el 89% de los jóvenes en 19 y 24 años no tienen empleo, en un país donde emprender enfrenta desafíos como encontrar el capital de trabajo, las altas tasa de impuestos, la competencia desleal y problemas de seguridad como la extorsión y asaltos.

Pero como si lo anterior no importa, el gobierno comienza a desafiar nuestra “única” fuente de agua, no sé si los asesores de la señora presidenta quisieron crear una cortina de humo para diluir acusaciones de narcotráfico a miembros de su familia, al hacerla decir públicamente en una cadena nacional (que repitieron en varias ocasiones) al gobierno de Estados Unidos, que revisarán si tiene razón de existir la base de Palmerola en Honduras.

No se trata de ser servil o un lacayo de Estados Unidos, pero preocupa saber que estas acciones no tienen una segunda alternativa para sostener ese ingreso, y si hay un plan para construir una “laguna” más grande, espero que este no contemple quedarnos sin ninguna fuente, pues frente a nuestros ojos estamos viendo el interés de la familia Zelaya en destruir las relaciones con nuestro más fuerte aliado, para proteger a unos pocos.

La ruptura de las relaciones diplomáticas y comerciales con Taiwan nos ha dejado consecuencias terribles, que pagaremos por muchos años. Uno de nuestros productos estrella como país, el camarón, está a punto de quedar en la historia.

El riesgo de perder remesas, que afectaría directamente a la economía y aunque parece que no se puede más, aumentaría la pobreza, veremos crecimiento en el desempleo y obligaría a la migración entera de las familias, parece que el partido de gobierno quiere dejar en el país solo a las personas que los apoyan y dependen de ellos, una copia de Venezuela.

Pero hay otros efectos, los problemas sociales, que van desde los problemas psicosociales hasta ver recrudecer la situación de inseguridad en el país.

Ante la presentación de estadísticas poco creíbles por parte de las autoridades de seguridad, la población que sufre día a día la violencia sin control en nuestro país, pierde la credibilidad en sus autoridades,  y más allá del panorama sombrío, en el caso de las deportaciones masivas, aplicación de impuestos a las remesas o al ver las familias completas irse de nuestro país y que las remeses ya no tengan que llegar acá, la inseguridad será incontrolable, estamos a las puertas de un estado fallido.

La pobreza nunca ha sido una justificación válida para que alguien cometa hechos delictivos, sin embargo, los estudios arrojan que la corrupción, pobreza y desigualdad promueven este tipo de acciones, ponga en contraste una familia viviendo con un ingreso de salario mínimo, versus nuestros gobernantes, que sus familias ocupan los cargos más importantes, llegando en algunos casos en un solo núcleo familiar tener ingresos mensuales superiores al medio millón de lempiras.

Los jóvenes han perdido la esperanza en el país, y los que decidan quedarse acá estarán cada vez más expuestos a ser reclutados por estructuras criminales, las personas serán víctimas más frecuentes y sin protección alguna, debido a que nuestros entes de seguridad y justicia están enfocados en la persecución política de sus opositores, para mantener el control de nuestro amado país. Esto anterior no es sinónimo de no juzgar a aquellos que cometieron delitos, pero la justicia no debe ser selectiva.

Nuestros políticos, con sus autos blindados y pelotones de seguridad a su alrededor, han olvidado aquello que tanto dijeron que les pertenecía, “Las calles”, que es donde a diario en las estaciones de bus o adentro de ellos  se sufre de asalto, que es en las calles donde se están cerrando los negocios por extorsión y robos, que las personas deben abandonar sus casas por el desplazamiento forzado, dicho esto, ¿Cuál es el plan para igualar los miles de millones de lempiras que nuestros sacrificados migrantes envían y evitar que esto impacte en la seguridad ciudadana?

Estoy seguro de que no hay ningún plan, lo único que buscan es crear crisis y caos, para que las personas dependan de la mano “generosa” del político de turno, crear la dependencia a ellos y nunca más enfrentar un proceso democrático limpio, la mayoría de cosas malas que han ocurrido, fueron dichas antes de las elecciones pasadas, pero la mayoría decidió favorecer con el voto a quienes hoy nos gobiernan, con tal de poner fin a los actos de corrupción del gobierno anterior, argumento válido, que de haber elecciones este año, podremos aplicarle a las actuales autoridades.

Allá en el norte, para muchos está el futuro, es el sueño que las nuevas generaciones traen en su mente día a día, espero se les cumpla y sus metas sean alcanzadas, que sean ciudadanos de bien de este mundo, que sus familias se unan allá, para aquellos que decidan quedarse, también deseo que tengan el valor de pelear por su patria, sin miedo a los fusiles o uniformes que se atrevan a venderse por unas monedas o cuotas de poder.

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